Agradezco la vida que mi Señor me ha brindado
para escribir estos versos de amor incomprendido
desahogando en mis lágrimas la dicha que Cupido
flechó en mi corazón ardiente, vivo y desangrado.
Quién tuviera la dicha que tengo en esta vida, si,
vivir amando, llorar sonriendo, sufrir gozando,
por el alma gemela que encontrada va sangrando,
sin comprender del corazón la dicha y frenesí.
Como quisiera dominar el arte de la pluma,
tener la plena luz en su calor florido
y escribirle al amarla con verso candoroso.
¿Qué hacer en un encuentro del alma desterrada?,
que Dios nos de su luz y libre de agonía
escribiendo el poeta a la mujer amada
que vive sin sentir ni conocer poesía.
Total sino conoce, es su problema.
El desamor al arte inspira nada.
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