Declino en pasos por la oscura vereda,
bajo la luz de la luna,
cubren mis huellas la fantasía.
Precavido por ojos semiciegos y torpes
habla un ente del misterio,
triste y agobiado agudamente expresa.
- “¡Miaago, miaaago!”. -
Erizados pelos
orientan universo y río,
cual fantasma negro, se torna
frente a mi.
Brillantes torbellinos de ojos
rojos, encienden temor
y le contesto:
- Pues... ¡haste, güey! -,
doyle una patada,
andando nuevamente
a la taberna.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario