¡Oh, Dios mío!,
que grande eres
y que chico, que chico
es el mundo al que tu nos mandaste,
puesto que hay maldad, miseria,
ignorancia e inconformidad.
Estaba equivocado ciegamente,
mas vi tu luz,
¡tu camino que es el de la verdad
y la victoria, el de la sabiduría
y el deber, el de la bondad... y el amor!
En las guerras, el vencedor
y el vencido, todos sufren.
¿Cuándo llegará el día,
el día en que todos seamos hermanos,
que todo sea... alegría,
paz y amor?
La gente de éste mundo
se equivoca ciegamente.
¿Que ven al mendigo?,
no le dan una mano
para que siga adelante.
Que ven la miseria...
¡los odian, los asquean!
Niños desamparados,
abandonados... vistos
como basura.
¡¿Que es éste mundo,
Dios mío?!, ¿es acaso,
la casa del mal?
¡¡¡No!!!
Así como hay gente mala,
también encontramos gente buena.
Soñé...
¡Soñé porque es un sueño!,
era un mundo nuevo.
Todo... todo lleno de perfumes
deliciosos, de aromas sin iguales.
Todo, todas las cosas
eran de cada uno de los habitantes.
Al viejo... ya no le veían
como a un estorbo.
¡Todo estaba cambiado!
Un sol esplendoroso alumbraba...
alumbraba un mundo nuevo.
El canto de pajarillos,
de aves matutinas sonaba
a un mismo coro, a una misma voz,
a un mismo sonido.
Más desperté de repente... la soledad
y el egoísmo reinaban junto mi.
¡Pero te he encontrado, Señor,
he visto tu luz y la esperanza
que queda para nosotros...
tus hijos!
No todas las personas piensan
de la misma manera.
Te he encontrado, Señor,¡te he encontrado
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