La romántica soga
escupía versos de amor
plasmados en sangre...
Mientras el muerto,
con mueca de terror
reía a su nueva y preciada muerte.
Al fin volvía
de donde había venido.
Con frases repetidas
los grillos decían
horrores de la vida
y madre naturaleza;
el sueño embriagaba
en remolino negro
los más impuros deseos
arrojándolos al infinito
y ahí...
la romántica soga
reía en su “rac-rac”,
estrujéndole el cuello
con más amor que nadie...
como si fuera
la novia que nunca tuvo
el muerto...
muerto.
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