Mientras nubes negras invaden el cielo
tornándose oscura esta tarde amarga,
en un rincón, yace un árbol de hielo,
muy viejo, olvidado con su sombra larga.
Las primeras gotas ya mojan la tierra,
el viento ya silba, el viento ya aclama
los viejos recuerdos, recuerdos que encierra
su mente encendida por reciente flama.
Recuerda los frutos que brindó a la vida,
esos frutos tiernos que no sé donde andan,
pues ya en el olvido descansa este árbol
cumpliendo las leyes que la vida manda.
La vida bendita dicta las sentencias
que cumple el destino, sobre el gran camino
de la vida misma, así las carencias
vistas del pasado se tornan buen vino.
Se ciernen las olas en el mar cercano,
parecen fantasmas salidos del alma.
Los truenos se escuchan, relámpagos brillan
cayendo la noche, yéndose la calma.
Se ve... allá a lo lejos, alegre y sonriente
gozando momentos que paso en la infancia,
de pronto, se observa en la edad madura,
más abre los ojos y vuelve a su estancia.
Triste... olvidado. Sólo los recuerdos
acompañan siempre al árbol con alma.
Se escuchan los truenos, caen muchas centellas,
¡Todo se ilumina con tétrica saña!
Un dolor intenso le invade de pronto...
¡Se siete al fin libre, volando hacia el alba!
Amanece... hay restos de un árbol quemado,
frondoso...
que cumplió, las leyes que la vida manda.
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