- Mira que estas resfriado,
anda, a la cama vente. -
Me decía mi madre, cuando niño
caía enfermo de pronto, de repente.
-Acuéstate, abrígate,
la tormenta te está “escalofriando”,
acuéstate en la cama, niño mío...
¡por Dios!, me estás matando. -
Y no hacía caso
y a ver me levantaba,
como siempre, grosero e irrespetuoso
estoy seguro que casi le mataba.
La lluvia me gustaba ver de lejos,
el agua que caía me entusiasmaba.
Los rayos, truenos y centellas,
solamente eso me espantaba.
Y pasa el tiempo fugaz como una estrella
los pensamientos de uno van cambiando
como una fiera arrepentida y ruda
que al paso del tiempo la marcha ira arrastrando.
¡Ah, que alegrías de niño yo pasaba
siempre jugando, pensando cosas bellas!
Lástima inmunda que la niñez se acaba,
siempre muy rápida y fugaz como una estrella.
Adiós niñez, de ti yo ya me alejo,
te digo adiós, pues yo ya me despido.
Y todo niño que sea bueno por siempre,
a todo niño... yo sólo eso le pido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario