Hoy canto a la belleza
frente al mar orgulloso,
que sereno se mece
con vaivén cadencioso
admirando mujeres
de alegre corazón.
Muchachitas rebeldes
amantes de belleza,
que han dejado por siempre
a un lado la tristeza
y al son de alegre baile
encienden la canción.
Que no digan que Francia
o “gringolandia”, señores,
tiene hermosas mujeres,
más lindas o mejores
que mi alegre costeña,
que se iguala a las flores
y encierran un encanto:
del amor la oración.
Porque eso sí es mentira,
pues lo que hoy ven mis ojos
me ha dejado extasiado,
contemplando el tesoro
que disfruta Acapulco:
belleza y corazón.
Hoy comprendo ese dicho
que todos los poetas
con amor, inspirados,
cantan a las mujeres.
Oh, juventud divina
de caderas hermosas
y fuente de placeres.
Yo te brindó las gracias
por permitirme cantar
alegre a las mujeres
con todo mi amor y bendición.
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