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martes, 3 de marzo de 2009

30. HOJAS CAÍDAS. Por: Victoriano Sánchez Carbajal.

Cuántas veces no he visto morir cuerpos y almas,
sepultar bajo tierra los restos de un cortejo;
rodar por las mejillas las lágrimas amargas;
perderse en el olvido los llantos de un recuerdo.

Un ¡ay!, volverse risa, un velo en adulterio,
las sectas religiosas que dan al mismo río,
los irónicos ritos plagados de misterio,
riveras tropicales, las montañas de frío.
Y todo... sin embargo la muerte le acompaña.

¿Es posible que vivan los vivos una vida?,
¿Es posible que el muerto reviva en su alma?
Misterio... mira tu cuerpo, piensa qué estas
haciendo,
¿leyendo sólo versos?, ¿basura?, quizá nada.

Y un día, no lo dudes, te llevarán en gran caja
mortuoria, con un manto blanco, sin alma.
¡Te cargarán en hombros!, ¡te bañarán de llantos!,
arrancarás suspiros y truncarás la calma.

Mas después de algún tiempo, ¿qué dices?,
¿recordarás los versos que hoy no das importancia?
¡Que risa es el misterio descubierto que mata!
Los amores que nacen, las tórridas pasiones,
los disgustos, los males, los buenos pensamientos,
¿son sólo fantasía?, una crítica errante.
Los poetas, los sabios, las mujeres hermosas,
las rosas, las leyendas, las visiones-fantasma,
tu creencia en la vida por un futuro cierto,
sin fin de hipocresías que inventas al momento,
¿son sólo fantasía?, la misma fantasía.
El cortar tajante de estos versos.

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